Es un proyecto promovido por la Confederación Hidrográfica del Segura en el que vamos a presentar las montañas de la cuenca con el fin de conocerlas como mejor se hace: pateando sendas, agarrándonos a las rocas y oteándolas desde sus más altas cimas.
El autor es José Antonio Pastor González, profesor en el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Murcia y enamorado de las montañas del sur de España, en concreto de las de la cuenca del Segura.
Fieros cañones del río Zumeta, afluente por la margen derecha del Segura
El río Segura, nuestro río, no es solo esa estrecha banda que conforma el cauce y las huertas y vegas aledañas. Por supuesto que no. El Segura es un río importante — el tercero de los grandes ríos peninsulares que vierten al Mediterráneo — porque en él confluyen otros muchos ríos, arroyos, ramblas y manantiales que lo alimentan, ramifican y extienden a lo largo y ancho de una cuenca extensa y diversa con más de 18.870 kilómetros cuadrados.
El Segura corta la Sierra de Ricote y sus estribaciones en el Solvente
Entren las borrascas por Poniente - empujadas desde el inabarcable Atlántico - o lo hagan por Levante - alimentadas por el anciano y venerable Mediterráneo en las costas argelinas - las masas de aire húmedo que barren la cuenca se encuentran de repente un obstáculo casi insalvable. Nos referimos, evidentemente, a las MONTAÑAS del SEGURA, un conjunto amplio de sierras, casi siempre en disposición SO-NE, que comprenden altitudes superiores a los 2000 metros y que se encuentran dentro del dominio de las cordilleras béticas.
Vega alta: Cieza y Calasparra
Las Juntas del Zumeta y el Segura
Estas MONTAÑAS del SEGURA no se conocen así como tal. Pero las hemos querido llamar de esta forma por un motivo decisivo: en ellas reconocemos el origen de nuestro río.
Y es que si vemos la cuenca del Segura como un enorme vaso o cuenco — valga la redundancia — que contiene a todas sus aguas, resulta que las MONTAÑAS del SEGURA forman la mayor parte de las paredes del recipiente y toda gota que cae a un lado de ellas queda dentro de éste, a buen recaudo, bien a nivel de superficie, bien formando parte de las aguas subterráneas en los extensos acuíferos — que son las tripas — de las sierras y montañas.
Arroyuelo en el Calar del Mundo en el Pozo de la Bomba
El Alhárabe se encajona entre las Sierras de los Álamo y la Muela
Más aún, las MONTAÑAS del SEGURA, además de constituir las paredes que conservan y guardan el agua, son también parte del engranaje, de la máquina que alimenta de caudales a nuestro querido Segura. La industria se pone en funcionamiento cuando las masas de aire húmedo chocan literalmente contra estas montañas — enormes barreras naturales — obligándolas a ganar metros reptando por laderas de pinos y roquedos desafiantes.
Primer embalse de la cuenca: Anchuricas. Está claro el motivo del nombre
Rambla de Perea e infraestructuras del Taibilla
En su serpenteante camino hacia las alturas, el aire húmedo se enfría y condensa hasta precipitarse en forma de lluvia y nieve. Esta precipitación, a su vez y en el mejor de los casos, es retenida en las tripas de las montañas gracias a que la generosa vegetación detiene la escorrentía superficial y favorece la infiltración en el subsuelo. Las MONTAÑAS del SEGURA son así como un enorme alambique que destila y almacena en sus entrañas la esencia de la vida: el agua.
El Segura cerca de la Graya con el Calar de la Sima al fondo
¿Y cuál es el paso siguiente en este proceso? Pues son las mismas MONTAÑAS del SEGURA las que, una vez que han recogido el agua infiltrada — agua que avanza trabajosamente por los poros e intersticios de las rocas entre laberintos calizos y profundas simas — la liberan mansamente alimentando manantiales, surgencias, fuentes y borbotones para seguir siempre sumando y hacer río.
El nacimiento del Segura, mudo
El nacimiento del Segura, ahora sí
El círculo, como todos bien sabemos, se cierra en el mar. En el mar y en los cielos, cuando, empujada por el sol, el agua vuelve a evaporarse y entra de nuevo en los circuitos azarosos de la atmósfera para alimentar las borrascas y regresar a las montañas, a las MONTAÑAS del SEGURA.
El Calar de la Sima, uno de los más imponentes de la cabecera
En primavera es frecuente que todos los barrancos de cabecera lleven agua