El año hidrológico 2004-2005 fue el más seco de toda la serie histórica, lo cual supuso un punto de partida excepcional en el presente año hidrológico 2005-2006.
Durante el transcurso del presente año hidrológico 2005-2006, la precipitación resulta ser inferior a la media, lo que pone de manifiesto que nos encontramos en un ciclo plurianual de sequía.
Si atendemos a las precipitaciones y a las aportaciones habidas este año hidrológico, se nos presenta una situación de gravedad similar a las sequías vividas en la década de los años 80 y 90.
Los efectos de la sequía inducida se dejan sentir sobretodo desde el tercio norte peninsular hacia el sur, afectando principalmente a las cuencas del Júcar, Segura, Tajo, Guadiana, Guadalquivir y en menor medida a la cuenca Mediterránea Andaluza, cuya situación ha sido paliada en parte gracias a las últimas lluvias.
En un primer paso hay que esperar a la concreción en aportaciones a los embalses de las reservas de nieve acaecidas en las últimas semanas. En segundo lugar, faltan por llegar las precipitaciones del resto del invierno y primavera, segunda época importante de lluvias en todo año hidrológico. A partir de ese momento se podrá calibrar la dureza de la sequía.
En cualquier caso, ello hace prever que es muy difícil, por muy lluvioso que se presenten el resto del invierno y la próxima primavera, que las reservas embalsadas lleguen al nivel que nos permita atender todas las demandas con normalidad, aunque se debe confiar en que el abastecimiento a las poblaciones se pueda defender gracias a las próximas lluvias, las medidas de gestión que se adopten y la entrada en cascada del funcionamiento de desaladoras en la costa del Sol y en la Mancomunidad de los Canales del Taibilla.
La situación actual obliga a tomar una serie de medidas que de forma necesaria hace falta acometer para garantizar el abastecimiento en algunas zonas a la vez que minimizar el impacto de la sequía en los restantes sectores.